Comentar una muestra que ya pasó no creo que sea inválido. Buen título, entre lo personal privado y el nombramiento de un año (público) que sería el inicio o la mayor continuación a una etapa en que nuestro país sufrió varias muertes y abusos, desde el poder hasta de sus propios traidores “del pueblo”. Castro plantea esa fusión que todos tenemos en común, del recuerdo social en que la mayoría de personas hemos vivido, aquí mediante sus trabajos pictóricos y por qué no un acercamiento a una simple pero contundente instalación de objetos que facilitan mucho más la compenetración de la gente con su apuesta.
Empezando con sus pinturas, nos pone de manifiesto un colorido mundo de juguetes los cuales son un traspaso de personificaciones y protagonismos, algunos representan situaciones señaladas como la ahora comentada y expuesta matanza en Putis donde se ve a un minúsculo grupo de hombrecitos del juguete “Lego” tirados en una superficie vacía, uno de ellos sonriendo, tal cual inocencia de los pobladores al ser sorprendidos por estas dos fuerzas armadas las cuales terminaron atacándolas, siendo o no del Estado. Por otro lado podemos encontrar los famosos “coche bomba” retratados a un modo sumamente original, una personalidad “aceptable” por el que lo ve, como un pequeño carro de juguete en donde bien está a punto de explotar con un sticker de una llamarada de fuego pegado visiblemente o ya habiendo ese “3,2,1…Boom” que es título de uno de las pinturas. Pues es que estamos dentro de un lugar donde las situaciones más resaltantes de esta época en nuestro país son los anfitriones, muerte, cochebomba, comisarias destruidas, infancias y pueblos abusados y el recuerdo del visitante que se mezcla con la exposición.
La instalación que muestra más allá del video de un barquito de papel, son loncheras, quizás bomba para las personas, pero que explotan en nuestra mente olvidadiza y segregada de los pueblos más pobres de nuestro país, algunas loncheras con declaraciones ininteligibles por que están en quechua, segunda lengua “oficial” del Perú, otra con cantos en el contexto de la asesinada María Elena Moyano y demás audios como comida dentro de una lonchera dirigidos a una desnutrida memoria colectiva y que necesita ser alimentada de cuando en cuando.
Sin embargo las dudas subjetivas dentro del arte son válidas siempre y cuando sean respetuosas y comprendidas, y es sobre la elección de la joven comunidad de artistas que tocan nuestra historia trágica de forma visual, quien sabe si es el ímpetu de nuestros vacíos dialogantes por culpa del Estado que ayuda a olvidar, o por una valía dentro del ambiente artístico visual peruano, esta atrevida idea se menciona a partir de las experiencias ganadoras de algunos concursos de pintura en Lima, el cual han sido ganadores y menciones honrosas justamente temas afines a esta muestra, pero que también sería condenable para el que escribe no tomar en cuenta la gran calidad y originalidad con la que se maneja.
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