Entrevistado por Enrique Planas.
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EXPOSICIÓN. Moico Yaker en Fórum
El poder y la botella borracha
TRAS CINCO AÑOS DE AUSENCIA EN EL CIRCUITO LOCAL, UNO DE NUESTROS MÁS CELEBRADOS ARTISTAS PLÁSTICOS REAPARECE CON “MONUMENTOS”, AUDAZ REFLEXIÓN SOBRE EL DESEO Y LA POLÍTICA
Por: Enrique Planas
Para Moico Yaker muchas cosas han pasado en los últimos cinco años. A nivel profesional, destaca su participación en la Bienal de Venecia 2007, la enorme retrospectiva que ese mismo año se presentó en el Icpna de Arequipa o la muestra antológica abierta en Nueva York. A nivel personal, fue tiempo de duelo: fallecieron sus padres y todos sus parientes mayores. Razón suficiente para alejarse, oxigenarse de los hospitales y las penas, cerrar el taller por un tiempo.
Pero en los dos últimos años, retomó el trabajo. Febril, de encierro. Y el producto de este retorno podrá apreciarse desde mañana en la muestra “Monumentos”, que el artista inaugura esta noche en la galería Fórum.
En uno de tus cuadros apreciamos pro hombres, héroes de la patria, jugando alrededor de una botella borracha. ¿El concepto de tu trabajo siempre busca ironizar sobre el poder?
El poder es esa sensación aplastante que uno lleva encima. El poder tiene dos caras: la real, lo que realmente sucede dentro del poder; y lo que nos muestra en la pantalla, su lado más morboso. Eso es lo que recibe el ciudadano común, el residuo, la escoria del poder. No hablo del poder sino de lo que este transmite. Es un comentario político a la visión de este que nos presentan los medios, más que al poder en sí.
El libertador San Martín también forma parte de esos pro hombres republicanos que retratas…
Yo vivo en la calle Alcanfores, entre San Martín y Bolívar, en Miraflores. Y durante mucho tiempo ese ha sido mi tema: estar entre San Martín y Bolívar. He pintado mucho sobre el tema de ubicarme entre ambos. Pero nunca lo he descrito tan concretamente como en esta ocasión. Pinto quince imágenes de San Martín, un poder masculino, y añado automóviles ubicados en una zona muy particular. Todo esto colinda con el tema general de la muestra: la fantasía del deseo. Del mismo modo que los candelabros que pinto dan esta sensación de vanidad, riqueza y esplendor, trato que, a través de la pintura, el deseo se concrete.
Los sillones de terciopelo, los candelabros dorados… ¿No crees que la estética del poder es esencialmente kitsch?
Es una ornamentación que viene del siglo XIX, el nacimiento del período republicano. Toda la ornamentación que vemos en el Congreso es lo que hoy llamaríamos kitsch. A mí me gusta. Me atrae muchísimo ese tipo de mobiliario. Es muy atractivo pictóricamente.
¿Parte de esa reflexión sobre el poder y el deseo son esos cuadros donde solo se anotan millonarias cantidades de dinero?
He pintado todo un grupo de millones, en todos los idiomas y todas las monedas. Hay una experiencia de embelesamiento cuando dices “sesenta millones de dólares”, “cien millones de euros”, cantidades que inmediatamente hacen que tu corazón palpite más rápido. El hecho de pintarlas ha sido eso. La sensación del deseo. Mi sensación no es solo el acto de pintar un cuadro, sino materializar, de algún modo, esa cantidad de dinero. Tocarlo de una manera virtual. ¡Al pintar esas cantidades me divertía muchísimo!
Sentías el placer de los falsificadores…
También. Esta muestra empezó cuando alguien me envió una postal deseándome lujo y riqueza para el año que se iniciaba. “¡Que maravilla! ¡Yo quiero eso!”, pensé y decidí pintar ese deseo.
¿Crees que el humor ha regresado a tu trabajo?
Sí, encuentro que en toda esta muestra hay mucho humor e ironía. En la época en que murieron mis familiares, uno tras otro, hice una serie de pinturas terribles, de un patetismo enorme. Nunca las he mostrado porque, al final de cuentas, ese trabajo no es mi propósito. Lo mío no es el patetismo, es más bien el humor, la ironía, el descaro, la exageración.
MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Galería Fórum, Larco 1150, Sótano, Miraflores.
Temporada: Del 9 de dic. al 2 de enero.
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